Sería fantástico que coincidiésemos

 

Por Ana Kristy Wiener Sosa / @sinthomadaquinshame-movie-image-michael-fassbender-05

Película: Shame (2011)
Director: Steve McQueen

Robert Lawlor en su libro «Geometría sagrada» define al gnomon como cualquier figura que añadida a la original, produce una figura semejante a la misma. Image

Hay en la película una escena irreductible. Es el instante en el que Brandon va viajando en el metro y la cámara lo mira, mientras sus manos o las piernas de una chica lo miran.
De esa escena resumen las demás cual gnomon. El crecimiento gnómico mantiene y reproduce la misma estructura, lo que varía es la escala. La misma estructura se puede manifestar bajo aspectos diferentes. Es lo que le ocurre a nuestro personaje; todo para él es onanismo, está casado con su miembro, no le puede faltar, está en más, positivizado.  Es precisamente eso lo que no le permite utilizarlo como instrumento cuando se le presenta una joven que él aprecia.

Pareciera que el onanismo lo colma a punto tal de prohibirle el lazo con una mujer.
En la cama suele suceder algo similar, uno no siente más que su propio cuerpo, no se relaciona con el otro cuerpo, a lo sumo lo utiliza como médium. Pero entonces ¿cuál sería la diferencia? Coger con otro es lo más masturbatorio que hay, uno, -si es que puede-, busca su propio placer, pero la cuestión pasaría por lo imaginario como medio –las palabras que adornan, las vestimentas que velan, y que elevan sin duda alguna el estatuto del otro, porque también uno busca el reconocimiento del otro, en términos más o menos generales. Hay que cavar un agujero para poder entrar en otro campo, pero si el campo está lleno, es imposible.

A veces buscamos ser los únicos, henos aquí donde la cuestión de la propiedad se impone con todo su peso, porque uno tiene un cuerpo y espera que ese objeto sea valorado.

Nos resistimos a separarnos de esa imagen ideal y única para el otro, es un lugar de pleno júbilo y lo buscamos todo el tiempo aunque nos encontremos con su revés, la propiedad privada es parte de la constitución del sujeto en tanto uno se reconoce a sí mismo en lo propiamente ajeno. Pero el personaje en cuestión está más bien en una posición de repudio respecto del otro, negándolo, en sus prácticas repetitivas, aunque esté frente a otro cuerpo no importa, porque no hace marca. Y el partenaire queda cancelado completamente, no llega ni a un seudónimo.

El tiempo es una pulsación del desencuentro con las mujeres, pasando por su hermana, las chicas virtuales y las putas de carne y hueso. Es un ciclo de repeticiones que no suman, no le enseñan nada, de ahí que la voz de la experiencia sólo se equivoque. Una vez un amigo me dijo “Ya sabemos cómo funciona esto, no puedes retenerlo”, “es verdad”, “pero bueno así uno aprende, o no…” “pues más bien, no”. La repetición es eso, puro desencuentro y más de lo mismo y ese más de lo mismo nos desliga del otro, y es precisamente con algo de eso que uno tiene que pagar si quiere abrirle la ventana al encuentro. De ahí que toda la película sea un gnomon de esa escena donde él está ahí, sin vínculos excepto el matrimonio con su pene.

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Hubo un intento suyo de cortar con todo esto, tirando sus juguetes a la basura, que, según los comentarios que leí sobre la película cuando la hermana llega a su casa, él “cambia”, de acuerdo a lo que se muestra, es sólo presa de un conjunto de acciones impulsivas que no modifican estructuralmente nada.

Cuando comencé a mirar la película sentí una especie de abatimiento, a veces el amor puede funcionar como medio, medio que acolchona el goce que está implicado. Hay de amores, Brandon es para Sissy un referente, encarna el asolamiento que ella padece lo cual la lleva al borde de la vida. A veces las mujeres necesitamos un masculino como referente, como cerco y encontramos el tipo de amor que nos rebote un modo sintomático de satisfacción.

El abatimiento que sentí cesó cuando él va a cenar con la negra, fue la escena que más disfruté de la película, me divertí muchísimo, a veces una charla es más amena que cinco polvos y es que eso suele pasar, no podemos estar todo el tiempo comiendo carne cruda. Necesitamos de vez en cuando aprovechar la oportunidad de confiar en otro, la vida se hace más vivible. Yo creo que la negra en el fondo le quería cantar esa canción de Serrat que dice “sería fantástico que coincidiésemos, que te dejases convencer…”. Es fabuloso, porque ella se ha tomado una hora solamente para elegir el vestido, a mí me pasó algo similar la última vez que salí con un hombre (fui corriendo a depilarme) y tuve que hacerlo mientras el corazón me latía y la voz se me había cortado, cuando lo vi lo abracé por atrás, lo llené de besos, lo olí y acaricié su espalda desnuda mientras dormía, era una alegría agravada la de volverlo a ver, lástima que al final decidió no confiar en mí.

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