Zombis y postmodernidad: A propósito de The Walking Dead

Por Fernando Bustos Gorozpe /@ferbustos

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La serie The Walking Dead, resultó ser un éxito en sentido económico e ideológico a nivel internacional; tan sólo el día del estreno de la tercera temporada ésta logró altas cifras de audiencia[1] que dieron pie a la confirmación de una cuarta temporada.  La serie, que como bien se sabe, está basada en el comic homónimo  realizado por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard,  trata sobre la supervivencia de un grupo de humanos situados en mundo ahora plagado por zombis, un universo post-apocalíptico donde la sociedad se ha evaporado a causa de la monstruosidad que se ha apropiado del mundo.

Este programa es interesante no sólo por la historia, las actuaciones y  el éxito sino también porque ha logrado penetrar en la ideología de las masas hasta el punto de volverse icónico en la temática zombi, hecho que ha vuelto a la serie  merecedora de distintos  análisis en tanto que sirve de alegoría para plantear y formular teorías que de fondo encierra el planteamiento de la figura del ‘muerto-viviente’ en nuestra sociedad  y sobre todo para responder la cuestión sobre  qué hay en este programa que termina por llamar la atención de cierto público en tiempos en que la temática se ha vuelto recurrente.

Situando la antesala del tema a propósito de la serie, el origen del zombi  tiene sus raíces en el  interior de las tribus africanas que practicaban  la magia denominada vudú, donde se tiene la creencia de que  a partir de ciertos rituales es posible traer de regreso a la vida a alguien que ya  falleció. En la actualidad el termino común de zombi difiere de esta primer idea en tanto que está desprovista de religiosidad, la idea pagana y moderna del zombi como producto de experimentos científicos se identifica en  la obra literaria de Lovecraft[2], quién en un ejercicio inteligente termina por llamarlos ‘no-muertos’. En sentido kantiano un ‘no-muerto’ es un ser que supera a la muerte misma y con el cual se logra una identificación a causa de la pulsión de muerte, en palabras de Slavoj Zizek “la vida humana nunca es ‘meramente vida’, siempre es sostenida por un exceso de vida”.

La tendencia contemporánea de lo que significa ser zombi pareciera estar marcada o influenciada por The Walking Dead, donde se han delimitado las circunstancias básicas que envuelven a este tipo de seres monstruosos. Analizando la historia de este drama televisivo uno de los personajes que resultan más prósperos de reflexión es la figura principal: Rick,  quien es (era) un policía que despierta en medio de un apocalipsis zombi después de haber permanecido un tiempo en coma y que ahora lidera al pequeño grupo con quienes vive. A pesar de encontrarse en los últimos vestigios de la civilización, Rick decide vestir a diario su uniforme de sheriff y vivir como si ser policía fuera una cualidad inherentemente ontológica a él y no un mera derivación de la sociedad, como si ser policía fuera una cuestión natural y no social. Es él principalmente el personaje que termina por encantar a la audiencia a causa de todos los adjetivos de los que se va haciendo merecedor, es quien  dejará a un lado su papel de policía para poder dar pie a la supervivencia en un mundo donde la preocupación principal es seguir vivo. Así, él encarna la figura del héroe sin tener más poderes que la voluntad y coraje, lo que recuerda a Chesterton cuando escribe:

“Si un soldado, rodeado por sus enemigos, pretende abrirse paso, necesita combinar un fuerte deseo de vivir con una extraña indiferencia hacia la muerte. No debe simplemente aferrarse a la vida, de hacerlo sería un cobarde, y no escaparía. No debe simplemente esperar la muerte, porque entonces sería un suicida, y no escaparía. Debe procurar su vida con un espíritu de furiosa indiferencia hacia ella; debe desear la vida como si fuera agua y aun así beber la muerte como si fuera vino”. [3]

Es esto lo que parece volver heroicos a los personajes de la serie, su persistencia a seguir viviendo en un mundo infestado de muertos-vivientes, la insistencia a pesar de ya no haber sociedad ni teleología más allá de permanecer vivos. Su existencia se reduce a seguir jugándose la vida con tal de ganar terreno, lo único que los afirma como seres humanos realmente vivos es su capacidad de arriesgarse, su pulsión de muerte.

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Recurriendo a la historia de los comics, y que de alguna forma se ve reflejado en la serie, uno de los principales argumentos de Rick para mantenerse con vida será el apelar a la animalidad (lo salvaje) como principal recurso de supervivencia: matar a los ‘mordedores’ de la forma que sea; idea que lo lleva a ser cuestionado éticamente por uno de sus compañeros y que terminará en el siguiente razonamiento por parte de Rick:

“En el segundo en que les metemos una bala en el cerebro a estos monstruos… el momento en que les hundimos un martillo en la cara o les cortamos la cabeza nos convertimos en lo que no somos, y a eso se reduce todo, ustedes no saben lo que somos en realidad. Estamos rodeados por muertos, estamos entre ellos y al final nos volveremos como ellos. Vivimos con el tiempo prestado ¡Cada minuto de nuestras vidas es un minuto que les robamos a ellos! Los ves ahí afuera, sabes que cuando muramos seremos como ellos[4]. Piensas que estos muros nos protegen de los muertos-vivientes ¿Es que no lo entiendes? ¡Nosotros somos los muertos-vivientes!”[5]

The Walking Dead es la pesadilla cristiana que sólo desde el paganismo o el mundo helénico se pudo haber concebido, la resucitación en el peor de todos los estadios, el material. La afirmación de Jesús ante sus discípulos: “yo resucitaré a todos los muertos”. Esa es la verdadera enfermedad mortal de la que  escribió Kierkegaard, no la muerte en el común de los sentidos sino el saber que se está condenado a vivir (a superar a la muerte misma) para siempre. El ser para la muerte de Heidegger pero con menor nivel de abstracción, en términos de Vico cadáveres (recordando a Cornel West en Examined Life).

El éxito actual de la figura zombi actual no sólo radica en la mera representación del ‘muerto-viviente’ que ha superado la muerte, sino también en el mundo (post) apocalíptico donde se desarrolla su trama.  La identificación con la pulsión de muerte y la figura heroica son síntomas de nuestra finitud humana. Tomando de pretexto toda la ideología apocalíptica que nos ha vendido no sólo Hollywood sino las acciones mismas de los Estados Unidos, los zombis como posibilidad de fin de la civilización nos es plenamente atractivo desde una función egocéntrica y también de autoengaño, nos gusta pensarnos bajo el ideal del héroe que es capaz de sobrevivir.  Lo curioso y digno de reflexión, es que no obstante esta figura mítica del héroe también hay fantasías e identificación  por parte de los fans hacia la figura del zombi, un gusto por los disfraces e imágenes que los evoquen que bien hacen pensar que en el inconsciente éste funciona como mera retórica de la vida o como un simbolismo de enajenación con el que nos sentimos identificados (y con el cual se puede buscar romper como simbólicamente se mostró en la cinta cubana  Juan of the dead).

La moda y el gusto por estos seres sin duda seguirán vigente por un rato dando pie a la evolución de lo que significará ser un ‘muerto-viviente’ como se observa en la humanización de éste en la cinta Warm Bodies. Lo interesante aquí será no tomar esta moda como algo simple sino como algo complejo que requiere de un análisis filosófico.  La serie, el comic y el tema aún tienen elementos que re-pensarse.

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[1] El día del estreno de la tercer temporada, la serie logró 10.9 millones de televidentes . A razón de esto  se anunció  la producción de una cuarta temporada.

[2] Aunque la historia de Frankenstein de Mary Shelley, refiera a la idea de resucitar a alguien mediante un método científico, en esencia difiere de la figura del zombi que come carne y que carece de consciencia.

[3] Citado en Zizek Slavoj, Bienvenidos al desierto de lo Real, Pág. 74

[4] Dentro de la historia todos son portadores del virus que los vuelve zombis, lo llevan en la sangre debido a que el gobierno inyecto una vacuna a toda la población la cual terminó degenerándose.

[5] Kirkman Robert, The Walking Dead #24, Editorial Image, Pág. 20-22

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