El bullying ‘Después de Lucía’ y de Amanda

Fernando Bustos Gorozpe [1]


[1] Maestro en Filosofía por la UV. Collaborative Intelligence Senior en Swarm Insights. Tutor externo del ITESM.

 

El bullying (acoso escolar) es una palabra que se ha vuelto recurrente en los últimos años a pesar de ser un hecho existente desde pareciera el comienzo de la sociedad; el tema se ha vuelto obligado debido a que hoy en día la tecnología ha transparentado las atrocidades que producen las personas que realizan estas prácticas, antes no había smartphones que documentaran los golpes, las bromas, las fotos; no existía el vehículo que permitiera salir a la vía pública todos estos hechos –por más decirlo- nauseabundos. El bullying preocupa también por  la desestima que muchos le han dado en tanto que terminan reduciéndolo a un mero problema pueril, como si por ser un problema de jóvenes no pudiera traer consigo las consecuencias más funestas.

 

Apenas hace unas semanas, Canadá –uno de los países que ostenta una gran civilidad a diferencia de muchos otros, el Estados Unidos sin su negatividad como le dijera Slavoj Zizek-  se ha convertido en el primer país en aceptar y dar a conocer la muerte de una joven estudiante de 15 años de edad a consecuencia del bullying y cyber-bullying (el acoso e intimidación producido a través de las redes sociales, esto es como golpear a una persona en el cuerpo con la finalidad de que los golpes no sean percibidos por la mirada exterior, las mismas cualidades goza el acoso virtual). La historia de Amanda Todd -que casualmente termina por parecerse a la película Después de Lucía– es triste y plagada de síntomas que deberíamos de atender como sociedad  global  que participa de la red. A sus 12 años Amanda sufrió un tipo de acoso virtual que la llevó a fotografiarse sin ropa, años  después fue chantajeada por un sujeto que le pidió que se  grabara desnuda o de lo contrario difundiría aquella vieja foto por internet. Amanda, quién debemos de suponer estaba temerosa pero harta, no aceptó, el resultado fue la amenaza finiquitada: su foto desnuda llegó al correo de todos los alumnos y profesores de su escuela; las bromas llegaron por montones, las críticas, las burlas, la vejación  y sobre todo la cruel humillación que pueden llegar a producir los jóvenes de secundaria. Perdió así la autoestima, las ganas por vivir y a la vez se convirtió en el blanco de las infinitas burlas de todos los estudiantes de la zona.   La historia de Amanda fue más compleja porque jamás podremos conocer en realidad todo lo que vivió desde aquel día en que la policía llegó en la madrugada a su casa para informar a sus padres sobre la foto que circulaba en internet hasta el día en que se logró suicidar (ya lo había intentado antes pero había fallado), nosotros y seguro también sus padres, conocemos sólo datos generales, la sumatoria de la tortura real sólo ella la conoció.

 

 

Es en este tenor que se puede hablar de Después de Lucía (película dirigida por  Michel Franco) no como una mera cinta cinematográfica sino como un material que nos ayuda a comprender lo que es en realidad el bullying, el cyber-bullying y las implicaciones negativas que se pueden derivar a causa del mal uso de las tecnologías y del carente juicio sobre el cómo actuar con el otro (¿Qué significa la vida del otro para mi? ¿Cuándo reconocer su vida como igual a la mía?). La trama del filme es  más común de lo que muchas personas puedan imaginar o incluso aceptar. Alejandra (interpretada por Tessa Ía González Norvid) y su padre (Hernán Mendoza) son dos viajeros existenciales que se mudan al D.F. después de la muerte de su madre (Lucía); el padre vive al borde de la ausencia de la vida porque no asimila la muerte de su esposa,  Alejandra es apenas capaz de reconocer la muerte de su madre frente a sus nuevos compañeros con tal de no liarse con explicaciones que la puedan someter a juicios penosos. Es una chica normal sin algún rasgo que pudiera ser primer indicio para convertirse en víctima de bullying. Una fiesta, una mala elección y una mala intensión cambian su vida en menos de un día. Alejandra se vuelve el blanco de acoso  de sus compañeros de escuela con actos que resultan violentos sólo con verlos en la pantalla y que seguro en la realidad son en exceso traumáticos.

 

Se ha adjetivado a la cinta como cruel por muchos espectadores en tanto que retrata a jóvenes de 16 años –aproximadamente- tomando desmedidamente, fumando mota, teniendo sexo y maltratando a otras personas como si estos no tuvieran una vida que mereciera ser respetada, jóvenes que resultan siniestros a causa de la horripilante decadencia de la que son portadores y de la cual terminaríamos formando parte en la actualidad del imperio de la nada (esto sin ser moralista).

 

La cinta se graba con planos secuencia y con algunos elementos desenfocados que terminan por brindar la sensación de que más que una película se trata de la recolección de varias cámaras ocultas que terminan por contarnos una historia con base en evidencias; se agradece la veracidad con la que se aborda la vida de los jóvenes de hoy en día sin quitarles todos esos rasgos de negatividad que a menudo Disney y Hollywood -y también las televisoras- han terminado censurando.  Esa es la realidad actual que a muchos padres les cuesta trabajo aceptar de sus hijos,  pero así de bélica puede ser la vida escolar.

 

fiesta

Después de Lucía importa porque desde la ficción logra evidenciar de la forma adecuada algo que forma parte de la vida de miles de personas en todo el mundo desde generaciones atrás, la crueldad como forma de salir adelante, la lógica totalitaria que segrega al diferente,  el pisoteo revestido de broma y de fortaleza. Hemos devenido con la mala interpretación de aquella idea evolucionista de que  sobrevive el más fuerte en el más común de los sentidos de esta palabra.  Algo hemos hecho mal si la infancia y la pubertad pasan por el filtro de la razón en su lado más perverso.  La cinta  nos viene a recordar       -como espectadores de cine- que a veces las historias más impactantes no son los dramas literarios sino las que suceden a diario y que virtualizamos               -segmentamos- con tal de no trastocar el ideal de sociedad que creemos tener. Las campañas anti bullying que constantemente nos rodean no  son sólo para los adolescentes y chicos (aunque el adulto tampoco está exento de cometer bullying), sino también para los padres para que en la medida en que se pueda estén al pendientes de lo que pasa con sus hijos, quienes cada día parecieran llevar una vida más distante de la realidad a causa del apego a las realidades virtuales. El bullying y sobre todo el cyber-bullying operan sólo a los ojos de los estudiantes y nunca de los padres y maestros, es un crimen que aunque con voz, es cuasi mudo.

 

 

     La película recibió el premio “Una cierta mirada” en Cannes y el premio del jurado en el festival de Chicago, está nominada para los premios Goya y estará representando a México en los próximos premios Oscar. La temática y la lamentable coincidencia con la vida de Amanda, probablemente la terminen por llevar al podio de la Academia.

 

 

NOTA: En la red, se pueden encontrar imágenes en tono de broma sobre el suicidio de Amanda, en ellas los jóvenes se burlan de que haya tomado la decisión de matarse en vez de haber decido vivir, es fuerte leer estos contenidos  sabiendo que se trata de la muerte de una chica.

3 Respuestas a “El bullying ‘Después de Lucía’ y de Amanda

  1. A mí la película no me convenció aunque reconozco que tiene varios aciertos, como la dirección de actores y mantener el ritmo sin utilizar música, pero conforme avanzaba se me iba haciendo cada vez menos creíble y hasta absurda por momentos

    Lo peor es que no hay ninguna reflexión al respecto, todo se queda muy plano, poco desarrollo en los personajes en un guión que se va enfrascando hasta un final que recuerda mucho (o quizá es una copia) al de «Funny games» de Haneke

    En las películas de Haneke siempre hay un trasfondo en el actuar de sus personajes, y aquí no lo vi por ningún lado, los compañeros la molestan y la molestan y ahí se queda todo, ahora resulta que todos son malos porque sí, todos menos la pobresita de Alejandra…

  2. Terrible comentario Rareac.
    Dice bien la crítica aunque algunos no lo logren aceptar. Es un tema delicadísimo y que está de moda no porque al fin hay evidencia de lo que pasa, sino por la deshumanización de la sociedad, lo brutales que han sido de una generación para acá los «molestones».
    Y los adolescentes no tienen un «trasfondo» de lo que hacen. ¿No recuerdas tu adolescencia y tu pubertad? ¿No recuerdas tu impulsividad? La cantidad de problemas en los que nos metemos son el resultado de no pensar las cosas dos veces, es la forma característica de actuar de alguien de esa edad. No piensas: Voy a chingar a Ale, pero en realidad quiero que reflexione sobre lo mal que está actuando, la voy a chingar por Facebook para que reaccione y defienda sus derechos. No hay trasfondo.
    Y respecto al suicidio nunca falta el moralista que sale con la tontería de decir -Ese no era el camino- pero debemos pensar cuánta desesperación o tristeza tendríamos que sentir nosotros para lograr suicidarnos.

  3. Quizá me equivoqué de palabra, pero a lo que iba es que no hay un cambio sustancial o una progresión en los personajes, todo se queda muy plano y por eso insisto en que la última media hora de la película es muy mala. ¿Qué pasa con Amanda?, ¿qué sienten-piensan los demás niñ@s después de lo sucedido?, no veo reflexiones por ningún lado. Y conste que no creo que sea una porquería de película y que no trate un tema importante. Saludos señor.

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